viernes, 29 de diciembre de 2006

eL PeRSoNaJe Que Me CaGó uN CueNTo


Juan fue un gran lector desde niño. Comenzó leyendo cuentos policiales, pero poco a poco le parecieron superfluos y comenzó a buscar algo más que una trama donde lo importante era saber quién había sido el asesino o el ladrón o el culpable de algo.

Cuando tenía veinte años, estaba muy de moda en Argentina, y en algunas partes del mundo, leer a autores latinoamericanos. Fue allí cuando Juan conoció algunos cuentos y no pocas novelas de Cortázar, de García Márquez, de Roberto Arlt y de Manuel Puig, entre otros. Quedó fascinado con la literatura de ficción y comenzó a frecuentar lugares donde se juntaban a leer o a comentar cuentos y poesías. En uno de esos sitios, alguien le hizo llegar un libro de Gógol y desde ese momento, comenzó su adicción a la literatura rusa.

A tal punto era su fervor por los autores rusos, que comenzó a estudiar el idioma y hasta tradujo Anna Karénina de Lev Tolstói. Esta traducción le llevó año y medio, trabajando varias horas semanales, sin embargo a pocas personas se lo hizo saber, pero ni siquiera trató de publicarlo.

Transcurrieron los años y Juan se casó, comenzó a trabajar varias horas más que antes y poco era el tiempo que podía dedicarle a la literatura, pero siempre trataba de hacerle un lugar ya que había encontrado en la lectura un placer especial.

Nació su primer hijo y Juan se encargó de que los libros estuvieran siempre a mano. Nunca lo presionó para que leyera algo, pero siempre le recomendaba autores o le comentaba lo bueno que era algún libro como para crear algún interés en el chico.

Ahora Juan estaba nuevamente en la misma plaza donde había leído, a los quince años, su primera novela. Trató de buscar exactamente el banco donde había ocurrido aquel acontecimiento tan maravilloso para él.

Luego de varias vueltas reconoció, aunque estaba lejos, el banco. Estaba ocupado por un joven que leía un grueso libro. Juan sonrió pensando en la posibilidad de que aquel muchacho estaría leyendo por primera vez una novela en ese mismo banco.

Al acercarse, le sorprendió el parecido con él mismo que encontraba en aquél joven lector. Mayor fue su asombro al descubrir que este chico estaba leyendo la Odisea, que era justamente el libro que Juan había leído en aquella ocasión.

Juan comenzó a sentirse dentro de una ficción. Iba acercándose hacia aquel banco y a sí mismo. Estaba frente a él mismo, de joven leyendo su primer novela...

- ¡Un momento, prototipo de mal escritor!- me gritó Juan mirándome y revoleando el libro que traía en la mano.- ¿no se cuenta que esto es un plagio?

¿Cómo puede imaginarse que un personaje como yo, tan culto, puede prestarse a una farsa de esta tesitura?. ¿No se da cuenta que esto ya fue escrito anteriormente por otros autores como Borges por ejemplo?.-

Juan no dejaba de gritarme barbaridades y movía los brazos esquizofrénicamente. Me recordó que esto era un plagio de otros plagios y me preguntó por qué no usaba directamente mi nombre para hacer este tipo de introspecciones y lo usaba a él, que sólo pretendía disfrutar de su lectura.

- Déjese de joder, encontrarse con uno de joven, ¡por favor!. Usted es un ignorante, me hizo perder demasiado tiempo con esta especie de retrospectiva tan trillada...

Juan se fue del cuento insultándome efusivamente sin dejar que yo le explicase nada. Sentado en el banco, mirando perplejo, está Agustín, el personaje que se quedó sin laburo.

Agustín, quien leía por primera vez una novela, debía encontrarse con Juan, su padre, para compartir la experiencia, Juan nunca se enteró.

4 comentarios:

Chinaski Wiesler dijo...

..... especcccctacuuuuular, jajaja; te felicito sedronar, al fin: gran entrada

Yo
PD: permití que se pueda firmar anónimo, es sólo un con(sc)ejo

SenodraM dijo...

no sé cómo hacer cazador!!

SenodraM dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Hay una opción en la plantilla que te dice si querés dejar que te dejen comentarios cualquier boncha. Algo así.
Juan era un loco de mierda!