¿A qué debo el honor de que las alegres musas del or-
den y la belleza ecuánime, diosas excelsas del apolíneo can-
to dilatado, desaten su lengua para recordarme? No por mi
currículum, pues saben a pesar de mi tiempo en el espectá-
culo, que no es tan grande, intacto al lado del vuestro des-
collante y extenso, imagen del templo que el saber ha cons-
truido y mil veces penetrado, de muchas y extrañas formas
vuestro ardor poético.
Aunque, pensándolo y meditándolo bien, tal vez mi pe-
nitente amor por las letras, que allende el tiempo se mantie-
ne firme y erecto, los ha seducido, cosa obviamente natural
entre personas amantes de las Artes Bellas.
Querido Sergio: me impactó el calificativo “oloroso”,
y es así, debo reconocerlo muy a mi pesar, pero en realidad
a vos os debo, sinceramente, ese ineludible perfume a ca-
melias, a rosas, a orquídeas y zafiros, por qué no a albaha-
ca que me impregna cuando penetro en el jardín de tu co-
lorida poesía, lugar de duendes donde la imaginación vue-
la, allí donde abundan inusitadas las largas y olvidadas ver-
dades con que a tus lectores más fieles sorprendes y hala-
gas , recuerdos de vaya uno a saber cuántos visitantes
que han disfrutado de tu poesía.
Y a vos, dilecto Marcelo, os debo esa metáfora
musicalísima, eco de lejanos cantares órfico pitagóricos,
“ya no soplará más música...” , flatus vocis , flatus or-
gani, cual órgano soplando dulces notas en afinación Vallo-
ti, que con gusto haré resonar para vos. Me gustaría ca-
minar con vos: si me oyeras, sería gran manera de hala-
garme en tu presencia, para mostraros el sonido de mi co-
razón que vibra con la poesía y en sus notas se desve-
la como un violín afinado y sonoro, no como la tuba rota
de aquellos que no poseen la profunda y suave sensibilidad
que vuestra merced tiene, como todos sabemos, por el cu-
rioso don de la palabra. Este es amigo, pues, mi gran anhe-
lo, y que allí quedará esperando algún día salir a la luz
si llego a verlo personalmente.
No quiero olvidarme de Seba, quien estará más
ocupado que nosotros, pero leyendo los mails sin dudas y
turbándose con el contenido fino y delicado de estos poemas,
pergeñando ya una presta rima y, cual tierra prometida, miel
y leche derramando sobre el teclado de la PC de Quid. Un as-
cendente poeta, exquisito, de singular pluma y verbo magnífi-
co, verdaderamente, que dará que hablar a todo La Plata
y al país incluso.
Finalmente me despido, recordándoles que tengo
ganas de participar de vuestro círculo: cuéntenme pues como
un miembro firme, siempre dispuesto a complacerlos.
Con cariño...
Canis Calidus
PD: ¿hace falta recordarles que deben leer renglón por medio?
1 comentario:
jajajaj....Genial hijo de puta!
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